lunes, 5 de mayo de 2025

Dos orejas y vuelta al ruedo, respectivamente

Manuel Escribano y el victorino “Mosquetón”, otro binomio para la historia de la Real Maestranza

Manuel Escribano y la divisa de Victorino Martín de nuevo se erigen en los protagonistas de la tarde del sábado de preferia en la Real Maestranza de Sevilla para el disfrute de los aficionados.

La corrida de ayer tuvo una presentación muy desigual, alguno por debajo del mínimo exigido en esta plaza, y fue un muestrario de lo que ha dado nombre a estos toros originarios de Galapagar. En cuanto a su juego hubo desde la alimaña, el sexto, al encastado y repetidor, el quinto.

El quinto, “Mosquetón”, negro entrepelado, de 510 kilos y nacido en enero de 2020, llegó desde tierras cacereñas a escribir una nueva página para la historia de la Maestranza haciendo, de nuevo, binomio con el torero Manuel Escribano. El de Gerena posiblemente sea en la actualidad el torero que mejor entienda a esta vacada. Y por ello cuando sale un toro bueno no se le escapa. Escribano se fue a recibirlo a portagayola, como preámbulo de la emocionante lidia que tendría, y lo cuajó después por verónicas. Juan Francisco Peña lo midió bien en el caballo y el toro empezó a romper en banderillas. Escribano cada vez tenía más claro que era el toro de la corrida. El tercio de banderillas fue un compendio de conocimiento de los terrenos, clavando de poder a poder, de dentro afuera y al quiebro. Terminando el último par con la gente en pie.

El tanteo inicial fue en el tercio del cuatro y Escribano lo probó para enseguida abrirlo. El toro era muy vivo y necesitaba todo por abajo, por donde se comía la muleta. Escribano lo sabía y en las primeras tandas con la derecha comprobó que donde el toro mejor iba era en la media distancia y en esa distancia es donde desarrolló todo el trasteo. El toro embestía muy humillado, tanto que en uno de los pases le pisó la muleta y lo desarmó. Pero no importó mucho, toro y torero, en los mismos medios, eran una auténtica simbiosis. La faena fue larga, como todos los muletazos, a veces pecando un punto de falta de ligazón, pero el torero sacrificó la repetición de los mismos por su longitud. Por lo que cada pase era como un todo dentro del conjunto. Cerrando las trabajadas series con pases de pecho de pitón a rabo. Faena de maestro basada en el toreo fundamental y rematándola con una estocada que puso punto y final a este gran “Mosquetón”, que recibió con toda justicia el premio de la vuelta al ruedo y las dos orejas para Escribano.



Con su primero, un toro anovillado y con poco trapío, estuvo digno y en profesional, tapando los defectos que tenía por el pitón derecho y aprovechando los viajes, mucho más potables del izquierdo. El toro no paraba de escarbar y además era tardo, por lo que el tercio de banderillas resultó trabajoso para Escribano. Igual que la faena de muleta, en la que a pesar de saber que todo lo que le podía sacar era por el pitón izquierdo, el sevillano alternó las dos manos y lo llegó a ahormar, utilizando los recursos de los cites con el pico para poco a poco ir desengañándolo. Y terminar dominando su violencia, llegando al final de la faena con el toro entregado. Mató a la segunda y saludó.

Daniel Luque es otro torero que está preparado para torear las ganaderías duras y las más comerciales. De hecho, también se está convirtiendo en habitual verlo anunciado con este hierro en Sevilla y siempre salir más que airoso, aunque los toros sean complicados como fue el caso. El sexto, feo por donde lo miraras, resultó una alimaña. Y al sevillano nunca se le vio con el agua al cuello. El saludo fue por verónicas, resultando mejores las conseguidas por el pitón derecho, por el otro cabeceaba. En banderillas dio trabajo a los subalternos. Y llegó a la muleta muy parado y midiendo. Era un toro para quitárselo pronto de encima. Luque lo intentó y sorteó coladas y antepuso la inteligencia a la fuerza bruta, por lo que no se dio mucha coba y lo pasaportó sin despeinarse.

Aunque su faena buena fue a su primero. Un toro con mucho que torear, reservón y con genio, y que por estas cualidades tenía mérito todo lo que le hicieran. Ya con el capote se vivieron momentos emocionantes, con un saludo a una mano, recordando a los de Morante del otro día, y rematándolos con verónicas y media emocionantes con el envés del capote. La faena la brindó al cielo como homenaje del reciente fallecimiento de su padre, fiel escudero suyo. Y la comenzó muy firme. Sobándolo y aguantando extraños y miradas, sobre todo en los segundos y terceros muletazos que se acostaba y deslucía las series. Pero Luque a pesar de estos inconvenientes seguía a lo suyo. Se colocó perfectamente y le echó la muleta a los hocicos con suavidad para no violentarlo más. El resultado de meter al toro en la muleta llegó y al final terminó entre los pitones con dominio total de la situación. El toro vendió cara su lidia y aguantó toda la faena con la boca cerrada. Fue faena para aficionados y el graderío no reconoció del todo el esfuerzo, por ello tras matar rápido hubo una leve petición y no la suficiente como para haberle cortado la oreja.

El torero que completaba la terna fue El Cid. El de Salteras, en otro tiempo también especialista en este encaste, no está ya para muchos trotes y más con toros de estas características. En esta temporada está celebrando sus veinticinco años de alternativa y, quiera o no, el tiempo no pasa en balde y con corridas tan exigentes como ésta se le pueden poner las cosas cuesta arriba. Manuel Jesús en ningún momento se le vio aperreado, pero si que le faltó capacidad para haberles sacado más partido.

Su primero fue un toro muy bien hecho, en la línea del quinto, y salió manseando y huyendo de su sombra. Pero tenía una virtud, muy importante en este encaste, que era que metía la cara y humillaba mucho y además con transmisión. Como evidenció en la buena lidia que le dio Juan Sierra. Hasta que lo picaron y ahí se acabó todo. A “Planetario” le dieron dos puyazos que lo dejaron para el arrastre y ya nada se le podía hacer. El ímpetu manso inicial le hicieron cambiarlo por la falta total de recorrido. Y con estas cualidades del toro, El Cid lo intentó, con probaturas de perfil, citando con el pico y sin ninguna confianza.

Y con el cuarto, más asaltillado y con mucho que torear, de nuevo el que volvió a sobresalir fue su subalterno Juan Sierra que le dejó dos buenos pares de banderillas. A la faena de muleta llegó con poder y el torero le robó algún muletazo estimable. Pero en ningún momento logró compactarlos y mucho menos someterlo. De nuevo faltó confianza. Y con la espada tampoco anduvo fino. Escuchó un silencio, muy significativo, tras la muerte de sus dos toros.



FICHA DEL FESTEJO
Sábado 3 de mayo de 2025. Plaza de toros de la Real Maestranza de SEVILLA. 8º festejo de abono. Preferia de Abril. Lleno con tiempo primaveral y alguna racha de viento en los primeros toros.

Seis toros de VICTORINO MARTÍN (procedencia Marqués de Albaserrada): desiguales de presentación, alguno anovillado (2º y 6º) y de juego desigual. 1º manso humillador fue castigado duramente en varas; 2º reservón y difícil por el pitón derecho; 3º con genio; 4º muy encastado; 5º bravo, premiado con la vuelta al ruedo; 6º una alimaña.

EL CID (rioja y oro): tres pinchazos y estocada atravesada (silencio); cuatro pinchazos y un descabello (silencio).
MANUEL ESCRIBANO (azul noche y oro): pinchazo y estocada (aviso y saludos); estocada (aviso y dos orejas).
DANIEL LUQUE (verde hoja y oro): caída y tendida (petición y saludos); estocada y un descabello (silencio).

Cuadrillas:
Con las banderillas se desmonteraron Juan Sierra y Maguilla (4º) y fueron aplaudidos Raúl Caricol (3º) y Juan Contreras y Jesús Arruga (6º).
Lidió bien Juan Sierra (1º).
Picando destacó Juan Francisco Peña (5º) y Jabato (6º).

Observaciones:
El vestido de torear de Manuel Escribano estaba inspirado en la Giralda, con el giraldillo en la espalda de la chaquetilla y la torre en las taleguillas.
El festejo fue televisado en directo por Canal Sur.
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