sábado, 3 de mayo de 2025

Ortega y Aguado ovacionados

Un entregado Morante de la Puebla pone a la Maestranza en ebullición y corta las dos orejas del cuarto de Domingo Hernández

No cabía más arte en el paseíllo de este jueves en Sevilla. Morante, Ortega y Aguado habían puesto el “No hay billetes” en las taquillas y la ilusión desbordada en los aficionados. A la terna solo le hacía falta que la corrida de Domingo Hernández se medio dejara y ya lo demás corría por parte del trío de artistas.

Pero los de Domingo Hernández casi nos llevan por la calle de la Amargura por su mansedumbre. Menos mal que los tres toreros no se contagiaron de estas circunstancias y se dispusieron a buscarles las vueltas para exprimirlos al máximo.

Morante el pasado Domingo de Resurrección se quejaba de que el público no había entendido sus faenas, diciéndoles un “¿qué más queréis?”. Pero, en esta su segunda comparecencia en el albero maestrante lo ha tenido rendido a sus pies. Sobre todo en el cuarto, cuando ha reventado la plaza con otra de sus intensas faenas. “Bodeguero” era un toro guapo de 513 kilos, con las hechuras ideales para embestir, y que iba en la misma línea de mansedumbre que el resto de sus hermanos anteriores. Pero Morante hoy sí quería. Morante sabía que este cartel había levantado una expectación mayúscula agrandada por su apuesta directa de dejarse televisar en abierto por Canal Sur y quería dejar las cosas en su sitio. Así que lo paró con la capa rodilla en tierra, pero sin continuidad porque salía suelto, por lo que aprovechando sus idas y venidas se puso a darle largas a una mano, por cada pitón, y desató la locura. Que belleza de improvisación de toreo a la antigua, a los Gallo. Y el remate liándose el capote a la cintura, siguiendo toreando a una mano y enroscándose al toro fue de lo más bello de la tarde.

El toro fue bien picado por Aurelio Cruz y seguía sin terminar de romper. Hasta que cogió la muleta el cigarrero y se propuso entregar su alma en busca del toreo eterno. Y así fue el comienzo, con arrebatados ayudados por alto y por bajo para llevárselo a los mismos medios y allí, fuera de todas las querencias, crear otra de sus mágicas obras. Totalmente encajado. La faena no pudo tener toda la continuidad esperada porque el toro para dentro embestía con largura y para afuera le costaba. Y otro matiz era que por el pitón derecho era más claro que por el izquierdo. Pero todos estos requisitos a Morante le importaron bastante poco y se pasó al toro por la faja cuantas veces quiso y pudo. Todo muy reunido y muy de verdad. El arrebujo toro y torero era pleno y con los aficionados emocionados. Surgían las series como una erupción volcánica, llenos de arte y de dominio. ¡Que intensidad de faena!. Cuadró al toro y se tiró tan de verdad que salió rebotado de un pitonazo en la barriga, sin consecuencias, y dejó una estocada casi entera caída y trasera, que no importó a nadie, incluido al duro presidente Figueroa, que a pesar de retardar la concesión de la primera oreja tuvo que doblegarse a la petición tan abrumadora y conceder también la segunda, porque si no se la da arde Troya por cómo era la petición de unánime.

Ya en el primero de la tarde, un toro muy noble pero aplomado, Morante se dejó ver en el recibo de capote, dejándole alguna verónica muy templada, pero sin conexión entre ellas porque el toro no repetía. Y siguió dando fiesta con el capote en el tercio de varas, galleando por chicuelinas para dejarlo en suerte y quitando con tres y media que ahí quedaron. El toro perdía gasolina por momentos. Así que Morante se lo llevó a los medios y allí le sacó todo el jugo a base de una colocación perfecta, muy en corto, e imprimiendo un ritmo a los muletazos que intentaba, y casi en todos lo consiguió, evitar los cabeceos molestos por su falta de fuerzas. Se adornó tocándole el cuerno y tras el cambio de espada dejó cinco naturales a pies juntos y el de pecho plenos de empaque. El fallo reiterado con los aceros dejaron todo en saludos desde el tercio.


Lo demás de la tarde ya fueron detalles, de mucha valía también, pero que no llegaron a alcanzar el nivel de lo logrado por Morante, y toda la culpa fue por los toros, porque Ortega y Aguado sí que estaban por la labor.

Juan Ortega se ha convertido en otro torero de culto y en Sevilla, donde tanto tiempo le costó verse anunciado, cuenta como el que más. A su primero lo recibió con el capote toreando por verónicas de varias velocidades, pero todas muy despacio y si una era lenta, la siguiente era más todavía, como la media. Igual que el quite con una segunda media muy abelmontada. El toro era muy justo de fuerzas y de nuevo había que cuidarlo, aunque también había que cuidarse de él, porque el desparrame de la vista que tienen estos toros en los primeros tercios siempre trae de cabeza a los subalternos, como le pasó a Jorge Fuentes que lo cogió de mala manera y le pegó un trompazo y un pisotón que lo mandó a la enfermería con un desgarro en el gemelo izquierdo. El comienzo de Ortega fue muy enfibrado, pero el toro ya tenía la boca abierta y era muy cambiante. No se corrigió, al contrario, cada vez tenía menos recorrido y se quedaba debajo, sobre todo en los pases de pecho. Hubo algún que otro enganchón y la faena no pudo coger vuelo. Lo mató de una buena estocada.

Con el quinto el de Triana salió muy decidido con el capote, con el público ya caliente tras el derroche de arte de Morante en el anterior, y le dejó un saludo por verónicas marca de la casa, sobresaliendo las interpretadas por el pitón izquierdo que hicieron que de nuevo se arrancara la música, como ya hicieron también en el saludo de Morante. Luego empezó a mansear y a querer rajarse, pero aun así Ortega le dejó un quite por chicuelinas muy derecho y de nuevo rematadas con otra media abelmontada. El comienzo por ayudados, por alto y por bajo, fue bueno. Igual que la primera serie por la derecha. Pero el toro era un soseras y lo único que quería era que lo dejaran en paz, por lo que su falta de capacidad de pelea le fue mermando el recorrido y se puso a la defensiva. Y de nuevo Juan se lo quitó de encima de otra estocada de efecto rápido.

Y Pablo Aguado, vestido con un terno precioso catafalco y oro, tampoco pudo dejar una faena completa. Sus toros no se lo permitieron. Su primero un toro feo de hechuras, veleto, muy enmorillado y corto de cuello, tenía la virtud de meter la cara, pero a la vez el defecto que lo hacía para salir huyendo. Ya con el capote se emplazaba en cualquier terreno del ruedo, pero donde no había toreros a la vista, y aunque lo llamaran se hacía el sordo. El respetable se empezó a impacientar y pedía la devolución por su mansedumbre, pero esto no puede ser, ya que el ser manso es una condición del toro de lidia y no un defecto por el que haya que devolverlo a los corrales. Aguado se dobló y estuvo toda la faena intentando limarle asperezas, a la antigua, sin descomponerse, con la muleta siempre por delante y citándolo muy en corto. Pero no tenía continuidad. Todo lo que le sacó fue casi robado. Hubo varios naturales largos y templados. Y dos por bajo y un kikiriki de cartel. La faena también terminó en toriles, otra más, aprovechando sus últimas arrancadas hacia su querencia natural de manso. Falló con la espada y saludó a la ovación.

Y en el sexto, otro manso, que se desentendió en todos los tercios y que llegó al último mirando y defendiéndose, Aguado lo volvió a intentar con las dos manos, pero tampoco pudo sacarle nada. Así que no se puso pesado y lo pasaportó rápido, yéndose a morir a la misma puerta de chiqueros, como muestra final de su falta total de casta.




FICHA DEL FESTEJO
Jueves 1 de mayo de 2025. Plaza de toros de la Real Maestranza de SEVILLA. 6º festejo de abono. Preferia de Abril. Lleno de “No hay billetes” y calor.

Seis toros de DOMINGO HERNÁNDEZ (procedencia Juan Pedro Domecq): desiguales de presentación, mansos, deslucidos y justos de fuerzas. El 4º tuvo emoción por su picante.

MORANTE DE LA PUEBLA (verde esperanza y oro): tres pinchazos y dos descabellos (aviso y saludos); casi entera caída y trasera (dos orejas).
JUAN ORTEGA (azul celeste y plata): estocada (saludos); estocada caída (saludos).
PABLO AGUADO (catafalco y oro): tres pinchazos y estocada (saludos); pinchazo y casi entera tendida (saludos).

Cuadrillas:
Picando destacó Aurelio Cruz (4º).
Con las banderillas se desmonteró Iván García (6º).

Parte médico de Jorge Fuentes, cogido en el tercio de banderillas del segundo toro:
“A nivel cutáneo escoriación en cara interna gemelo izquierdo. Tumoración en gemelo izquierdo con clara asimetría respecto al lado contralateral que impresiona como hematoma de aparición brusca. Buena movilidad del miembro. No frialdad. Con pulsos conservados. Recomendamos reposo, analgesia, frío local y ecografía para valoración de daños. Revisión por su traumatólogo correspondiente. Pronóstico leve que le impide continuar la lidia. Dr. Octavio Mulet Zayas”.

Observaciones
El festejo fue televisado en directo por Canal Sur.
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